lunes, 7 de septiembre de 2009

EL ALMA EN PENA

En cierta noche oscura, se hallaban tres hombres sentados en las bancas del parque de Talaigua Viejo. Tomaban divertidamente. Casi todos los fines de semana acostumbraban hacer lo mismo; pero aquella noche sería la última de sus vidas. Cuando se terminó la botella de ron era un poco más de la media de noche,ya todo el mundo estaba dormido; menos ellos. Seguían perniciosamente una parranda.
Juan el más bebedor de todos salió en busca de una cantina para comprar una nueva botella. Después de tocar una puerta y otra, de una y mil maneras, salió un cantinero malhumorado: -Es la última botella.
Juan salió alegremente a encontrarse con sus amigos. Cuando llegó, apareció una mujer recostada al espaldar de la banca donde estaban sentados sus amigos de parranda.

-¿Quien es la dama? Que tenga el honor de destapar la botella.
-¿Cuál dama? -Preguntaban sorprendidos sus amigos.
-Esa que está detrás de ustedes -contesta Juan.
Todos la miraron en el mismo instante en que ella se fue alejando de una forma extraña.
-Venga señorita, no se vaya, tenga el honor de acompañarnos.
Ella se alejaba aún más. Juan al verla que desaparecía de su vista salió corriendo detrás para alcanzarla
-Señorita por favor espéreme, hablemos.
Recorrió varias cuadras, varias calles, y aunque aquella mujer no se detenía sólo Juan cuando se percató estaba en frente de varias cruces y tuvo el presentimiento enorme de estar persiguiendo a un alma en pena.
Se regresó, corrió tan fuerte como sus piernas respondieron, llegó casi sin aire en sus pulmones.
-¡Compañeros larguémonos de aquí esa vieja está muerta!
-¡No puede ser Juan la mataste! -dijo uno de ellos.
-¡No, no, no puedo matar a alguien que ya está muerta! La vi con mis propios ojos meterse al cementerio. ¡Esta vieja es un alma en pena!.

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